Playa de Anthony Quinn (Rodas): mañanas claras, tardes de meltemi y cómo no quedarte sin roca

Cala pequeña, roca y agua cristal. Si dominas el viento y el horario, ganas el día. Aquí te cuento cómo llegar, cuánto gastar, dónde comer y cómo moverte sin perder tiempo ni paciencia. Todo claro y práctico.

Después de investigar Rodas y contrastar con reportes marinos, confirmo algo simple: esta cala es pequeña, rocosa y fotogénica, pero el viento y el espacio mandan. Si te organizas bien, rinde. Si improvisas, acabas peleando por una roca. Aquí va lo que funciona, sin adornos y con la mirada práctica de quien vive entre costas.

Acceso Playa de Anthony Quinn sin coche

La base operativa es Faliraki. Desde la ciudad de Rodas, los buses KTEL conectan con Faliraki con buena frecuencia en temporada alta; compras el billete al subir o en la estación, sencillo. Mi recomendación: bájate en la parada central de Faliraki, toma un frappé para el calor y desde ahí cierra el tramo final con taxi. Es un salto corto y te ahorras caminar bajo un sol que castiga. El sendero a pie existe, sí, pero a mediodía se vuelve una prueba: sin sombra, piedra caliente y olor a pino que engaña porque la brisa no siempre enfría.

En costas del Dodecaneso he comprobado que los taxi boats son los mejores aliados cuando el asfalto se satura. Desde el puerto de Faliraki salen varias veces al día y te dejan muy cerca de la cala, evitando el estrés del estacionamiento. Un capitán me dijo con una sonrisa: “si el meltemi no aprieta, te llevo y te traigo sin dramas”; cuando sopla fuerte, ajustan horarios o cancelan. Revisa el mismo día y lleva efectivo, funciona mejor que la tarjeta a bordo.

Por referencias de locales de Faliraki, la jugada cómoda es esta: bus a Faliraki temprano, taxi corto o barco, y listo. Si vas ligero, el barco te deja casi al nivel del agua, ideal para bajar con aletas, máscara y una bolsa seca sin romperte la espalda con escaleras interminables.

Rutas en coche y aparcamiento cercano

  • Desde la ciudad de Rodas: unos 17 km hacia el sur por la costera hasta Faliraki. Verás señalización a Ladiko y Anthony Quinn en los desvíos finales.
  • La carretera final es estrecha y con curvas. Aparcamiento limitado en cunetas y pequeños claros. Llega antes de las 9:00 si quieres sitio sin pelear.
  • Si todo está lleno, deja el coche en Ladiko y camina 7–10 minutos por el camino costero. Bonito, con aroma a pino y cigarras, pero el calor pega.
  • Acceso a la cala por escaleras y senderos irregulares: no es apto para carritos ni movilidad reducida. Calzado con suela que agarre, manos libres.

En pleno verano, el barco desde Faliraki ahorra tiempo y paciencia. Confirma horarios y condiciones del mar el mismo día: el meltemi manda, punto. Si te quedas por Faliraki a la vuelta, una pita gyros o un plato de mezze en la taverna del puerto sientan de maravilla mientras cae la tarde.

Mejor época Playa de Anthony Quinn

Mayo, junio, septiembre y principios de octubre son los meses que mejor rinden aquí. Agua clara, menos barullo y un meltemi que suele soplar más dócil en la costa este de Rodas. En costas del Egeo he comprobado que el viento del norte aprieta por las tardes, pero en esta cala llega filtrado; aun así, cuando se activa, levanta chop y enfría el cuerpo si te quedas quieto en las rocas.

Julio y agosto funcionan si juegas a favor del reloj. ¿Buscas fotos limpias sin lanchas? Entra a primera luz. A esa hora huele a pino húmedo y sal, se oyen solo gaviotas y el agua parece vidrio; la visibilidad para snorkel es máxima y las plataformas todavía tienen espacio. Mi recomendación: si no quieres quedarte sin “tu roca”, llega antes de las 9:00, toalla pequeña, calzado de agua y algo de sombra portátil. Después de hablar con barqueros de Faliraki, muchos coinciden: a partir de media mañana el desfile de excursiones empieza a meter ruido y oleaje.

La ladera cierra el sol más temprano de lo que crees. Un día descubrí que, a media tarde, la sombra cae sobre la mitad de la cala y el viento cruzado hace que el agua pierda transparencia. No es dramático, pero si quieres color turquesa en cámara, la mañana gana por goleada.

Horas de luz y viento en verano

  • Mañana temprana: luz suave, visibilidad alta y poco tráfico náutico. El mar queda como una piscina y se agradece para explorar entre rocas sin el vaivén de lanchas.
  • Mediodía: llega la multitud y el calor pega fuerte. El meltemi suele activarse de media tarde en adelante, y se nota en rachas que rizan la superficie y en el rebufo de barcos que van y vienen.
  • Atardecer: menos gente, pero la cala queda en sombra pronto por la ladera. Buen momento para descansar del sol, aunque el viento puede dejarte frío si sales mojado.

La señora del quiosco —según recuerdo, servía un café frappé potente— me dijo algo que me quedó grabado: “si ves banderas tensas en Faliraki, aquí se pone movido un par de horas después”. Funciona. Si tu plan es agua clara y tranquilidad, apunta a esos meses de hombro y a la franja de 7:30 a 11:00. Si toca pleno verano, ajusta expectativas y ritmo: baño temprano, pausa larga al mediodía y regreso corto al atardecer cuando baja el tráfico de barcos.

Presupuesto real para Playa de Anthony Quinn

No es la cala más barata de Rodas, pero si ordenas el día y no improvisas, el gasto se mantiene bajo control. Después de investigar la zona y hablar con un barquero de Faliraki, confirmé algo simple: los precios se mueven con la ocupación. Día tranquilo, pagas menos; día con colas y viento, todo sube o se agota. El olor a pino y sal te acompaña, sí, pero el sol en la roca también fatiga la billetera si no haces números.

Costes variables según temporada

  • Sombrilla y dos tumbonas en plataformas: precio dinámico según mes y ocupación. En julio–agosto suele escalar. Pide el precio total por día antes de sentarte y pregunta si incluye colchoneta.
  • Taxi boat Faliraki–cala–Faliraki: tarifa por tramo; conviene contratar ida y vuelta desde el inicio para asegurar asiento y mejor precio. Un barquero me explicó que cuando arrecia el meltemi por la tarde, recortan salidas y la demanda aprieta.
  • Snacks y bebidas: más caros junto a la cala. El café frappé y los refrescos “premium” se pagan. Agua fría imprescindible: trae botellas desde Faliraki o Ladiko para ahorrar.
  • Equipo de snorkel: lleva el tuyo. En playas similares he visto que el alquiler, si aparece en verano, sube y la calidad es justa.
  • Parking: gratuito pero escaso; el coste real es tiempo y paciencia. Llegar tarde significa vueltas bajo el sol y caminar más.

Consejo simple: efectivo pequeño y tarjeta. Algunos puestos no aceptan tarjetas en días de mucho tráfico; un kiosco en Faliraki me dijo que el datáfono “se cae” cuando hay demasiada gente. Si mal no recuerdo, el cajero más cercano está en el centro de Faliraki, no en la cala.

Para ordenar el gasto, pienso en dos modos:

  • Modo ahorro: llegar temprano, prescindir de tumbonas (usa tu toalla y busca sombra natural limitada), agua y snacks traídos, regreso a pie desde Ladiko si el cuerpo aguanta. Gasto bajo, pero más calor en la roca.
  • Modo cómodo: taxi boat ida y vuelta, set de tumbonas, bebidas frías en la cala y un snack griego (una spanakopita o un gyro rápido). Pagas más, descansas mejor.

Mi recomendación: reserva el bote de vuelta apenas llegues, acuerda precios por escrito o foto del cartel, y marca un tope diario. Un local me dijo una frase que aplica aquí: “en Anthony Quinn, el sol cobra por minuto si no planificas”. Así de directo, punto.

Servicios en Playa de Anthony Quinn

La cala es roca y plataforma, con entradas al agua por escaleras. No esperes una playa ancha de arena. Aquí el plan es instalarte sobre madera y piedra pulida por sal y sol. Las tumbonas están en estructuras de madera en distintos niveles, con algo de sombra artificial (toldos, sombrillas grandes) que se agradece cuando el sol pega. El olor a pino baja desde la ladera y se mezcla con el salitre; bonito, pero el espacio es corto y se llena rápido.

En costas del Dodecaneso he comprobado que los servicios básicos dependen de la temporada. En Anthony Quinn funciona igual: duchas y baños pueden estar vinculados a negocios cercanos y no siempre abren a la misma hora. Si necesitas cambiarte, piensa en una toalla grande y paciencia. La escalera principal es metálica, a ratos se calienta y resbala con algas; usa la mano con calma y baja mirando dónde pisas.

Un empleado de temporada me dijo una frase que resume la cala: “quien llega temprano, nada tranquilo”. Madrugar te da sombra, mejor sitio y menos cola en las escaleras. Por la tarde, con el meltemi, el viento cruza la ensenada, levanta rocío y las plataformas crujen un poco. Nada grave, pero asegura tu toalla y gorra para que no salgan volando. Si te sientas en primera línea, tendrás barcos cerca maniobrando; ambiente vivo, algo de ruido y olor a combustible por momentos.

Para moverte cómodo: calzado de agua recomendado. El fondo es roca, con erizos en algunos sectores; evitarás pinchazos y resbalones. Lleva una bolsa seca si piensas entrar y salir a menudo; las superficies salpican y todo termina húmedo.

Dónde aparcar en Playa de Anthony Quinn

  • Zonas de tierra y cunetas señalizadas; evita bloquear giros y accesos de servicio.
  • Ladiko como plan B: más espacio y acceso a pie a Anthony Quinn.
  • Llega temprano o usa barco. No hay misterio: el espacio es mínimo.

En playas similares he visto que el “plan B” salva días. Aquí, Ladiko queda a un paseo breve por camino de roca (5–10 minutos si no te entretienes con las vistas). El suelo cruje, huele a matorral seco, y hay tramos sin sombra: agua a mano y gorra. Si todo colapsa, el taxi boat desde Faliraki te deja cerca de las plataformas y te olvidas del volante. Ya hablaré de la parte de snorkel en el siguiente capítulo, porque el agua clara merece su propio momento.

Condiciones Playa de Anthony Quinn para nadar y snorkel

Agua clara, pared rocosa y vida marina suficiente para un rato de snorkel. Mejor temprano, antes de que el tráfico de embarcaciones agite la columna de agua. No es zona de surf; aquí el plan es flotar, observar y moverse con calma.

La diferencia entre llegar a las 8:00 y a mediodía es enorme. Con el meltemi típico de verano, la superficie se riza y la visibilidad cae cuando los botes empiezan a entrar y salir. Mi recomendación: primera luz hasta las 11:00, cuando el agua sigue como vidrio y el sol ya pinta el fondo. Después, el Aegeo enseña su carácter y te obliga a nadar más concentrado.

Recuerdo una mañana cuando el sol se colaba entre los pinos y las cigarras ya hacían su concierto. Me deslicé pegado a la pared, sin prisa, escuchando solo mi respiración en el tubo. Olía a sal y resina, y en las grietas asomaban doncellas curiosas. Ese ritmo lento es el que funciona aquí, punto.

No esperes un arrecife tropical, pero sí bancos de salemas y sargos, castañuelas en nube, alguna oblada rápida y, si afinas la vista, pulpos escondidos. En playas similares he visto que los mejores tramos están siguiendo la pared hacia la boca de la cala, siempre dejando margen con el tráfico. La profundidad cae pronto; en días calmados la visibilidad puede rondar 10–20 m. Agua entre 24–27 °C en pleno verano; a inicios de temporada puede sentirse fresca.

Un barquero de Ladiko me dijo que, cuando el meltemi aprieta del norte, por la boca entra mar de leva que bate la superficie y levanta sedimento. También me advirtió: a partir de media mañana llegan los barcos de fondo de cristal. Se ven, se oyen y te cortan el flujo si te alejas del borde.

Seguridad en rocas y entrada al agua

  • Entra por escaleras o por canales libres de rocas. Mira antes de saltar.
  • Atención a erizos y resbalones. Calzado acuático ayuda.
  • Con meltemi, la superficie se mueve: mantente cerca de la pared y visible.

Para mantenerte visible, usa lycra o boya pequeña de arrastre si vas a cruzar zonas abiertas. Evita atravesar la boca de la cala cuando se concentran las lanchas. Un toque de antivaho en la máscara te ahorra frustraciones. Y respeto básico: no alimentes peces, no arranques esponjas, deja todo como lo encontraste. Un baño tranquilo, sin ruido ni prisas, rinde más que cualquier “tour”.

Playa de Anthony Quinn con familia o solo

Si viajas con peques, esta cala no regala facilidades. Terreno rocoso, plataformas estrechas y bajada por escaleras que complica carritos y mochilas. El agua toma profundidad en pocos metros, así que toca estar encima todo el tiempo. No hay mucha sombra natural y en verano el sol pega duro; parasol y gorros no son opcionales. Por referencias de locales de Rodas, no hay socorrista fijo, y cuando sopla meltemi por la tarde la superficie se agita y el baño se vuelve inquieto para niños.

Para ir en pareja o solo funciona muy bien si llegas temprano. A primera hora el ambiente es silencioso, suenan las cigarras y huele a pino húmedo; el mar suele estar claro y se agradece ese momento de agua calma para flotar sin prisa. Un día un pescador en Faliraki me dijo: “si quieres paz, entra antes de que los barcos traigan ruido”. Tenía razón. Hacia el mediodía aparecen excursiones y el vaivén de anclas rompe el encanto.

Mi recomendación si vas con familia: organiza la visita corta y táctica. Aparca antes de las 9:00 (los huecos se van volando), bajada con manos libres y mochila ligera, y define un punto fijo en roca estable donde todos puedan sentarse sin estar al borde del agua. Si te mueves solo o en plan pareja, puedes jugar con las franjas horarias: mañana para calma, última hora si buscas luz dorada y menos gente, teniendo en cuenta que el meltemi puede seguir soplando. Resulta curioso cómo cambia el carácter del sitio con el viento: de postal íntima a pequeña caldera, con risas, motores y chapoteo por todos lados.

La señora de una taverna en Ladiko me soltó un consejo sencillo: “cuando el viento molesta, mueve a los niños a la bahía de al lado”. Funciona, punto.

Alternativas cercanas para ir con niños

  • Ladiko: más amable para familias y a un paseo corto. Entrada al agua más gradual y un par de parches de arena donde sentarse sin tensión.
  • Faliraki: tramos de arena amplia, muchos servicios y accesos fáciles. Ideal si quieres hamacas, baños y un plan sin sorpresas.
  • Kallithea Springs: entorno histórico con aguas muy calmadas y comodidades. Suele tener zonas de sombra y plataformas cómodas para moverse con niños.

Si lo tuyo es viajar ligero y disfrutar del mar en silencio, Anthony Quinn te da momentos bonitos. Si vas con familia, mejor usa la cala como vistazo corto y cambia de escenario a tiempo. Ahorras energía y evitas peleas con el viento.

Dónde comer cerca de Playa de Anthony Quinn

En la práctica, Ladiko y Faliraki resuelven sin vueltas. En Ladiko las tavernas trabajan pescado a la brasa, calamares y la clásica horiatiki que llega fría y honesta. Reserva si vas tarde en verano: cuando el sol cae, las mesas se llenan. Para café decente y algo rápido, mejor en Faliraki antes de entrar a la cala. Un freddo espresso bien hecho y un tyropita de panadería te salvan la mañana.

Por referencias de locales de Faliraki, conviene buscar sitios una o dos calles detrás del paseo principal: los menús son más cortos y los precios más reales. Un pescador me dijo una vez:

“Si el meltemi sopla fuerte, pide lo del día y olvida la parrillada mixta. Lo fresco manda”.

Funciona. Pregunta por lubina o dorada del día, comparte mezze (tzatziki, melitzanosalata) y deja el postre para una loukoumades en el camino.

Hay trampas: cartas con fotos y “ofertas” frente al mar que luego inflan extras. Evita las bandejas XXL, suelen ser congelados discretos. Lleva efectivo por si el datáfono “no funciona” al final del servicio. Si el viento aprieta por la tarde, las terrazas sin resguardo se vuelven incómodas; mejor elegir sombra y muro cortaviento. Servicio puede ser lento en agosto, respira y pide todo junto.

Qué ver en los alrededores de Rodas este

  • Mirador sobre la cala: sube temprano. Con la luz de la mañana el agua parece vidrio y se distinguen las rocas como mapa. El sendero tiene piedra suelta; chanclas resbalan. Lleva agua y disfruta el rumor de pinos y gaviotas cuando todavía no llegan los buses.
  • Tsambika: si te apetece arena y espacio, esta playa abre el foco. Oleaje mínimo, chiringuitos espaciados y un color turquesa que aguanta bien el mediodía. Sombrilla necesaria; la radiación pega fuerte y el estacionamiento se llena pasado el almuerzo.
  • Lindos en ruta: el casco blanco, su acrópolis recortada y una bahía abrigada para cerrar el día. Llega temprano o al atardecer para evitar calor y grupos. Aparcar puede ser un pequeño rompecabezas, paciencia. Come algo ligero y camina sus callejones fragantes a pan y sésamo; si mal no recuerdo, la miel local en yogur es un cierre sencillo y perfecto.

Consejos de sostenibilidad en Playa de Anthony Quinn

Cala pequeña, impacto grande. Aquí cada gesto pesa. Botella reutilizable desde el alojamiento y cero colillas: lleva cenicero portátil o un frasco. Con el meltemi de la tarde, las bolsas vuelan y la basura termina en las rocas en dos minutos; todo bien sujeto en tu mochila seca, nada suelto. Funciona llegar temprano con lo justo y volver con lo mismo… y con lo que encuentres.

En costas del Dodecaneso, he comprobado que la posidonia es la base de la vida en estas aguas. Un pescador de Faliraki me explicó que “la pradera que ves como alfombra marrón es un bosque submarino”. Si llegas en barco, cero improvisación: consulta boyas y fondeos permitidos (si mal no recuerdo, suelen estar marcados al borde de la ensenada) y evita tirar ancla sobre praderas. Con viento, un ancla mal puesta arrastra metros de posidonia en segundos.

Recuerdo una mañana cuando el olor a pino y sal se mezclaba con el café, y la señora de una taverna cercana me comentó: “si traes tu botella, te la rellenamos con agua fría”. No siempre pasa, pero preguntar con respeto abre puertas. Otra práctica que suma: usa protector amigable con el mar y aplícalo 20 minutos antes de entrar; menos película aceitosa en superficie, menos impacto en larvas y algas.

Silencio sobre la roca. Nada de altavoces, drones solo si la normativa lo permite y sin molestar a quienes descansan en las terrazas naturales. No muevas piedras para improvisar “piscinitas”, ni te lleves guijarros “de recuerdo”. Ese microcambio se multiplica por cientos al día y la cala pierde su carácter.

Para moverte, sendero marcado o roca firme. Las plantas aromáticas (tomillo, salvia) necesitan su espacio; pisarlas fuera de traza es matarlas. Si ves cabras, distancia y foto rápida, sin dar comida.

Actividades en Playa de Anthony Quinn sin dejar huella

  • Snorkel silencioso, sin alimentar peces.
  • Caminata ligera por el mirador, sin salirse de senderos.
  • Basura de regreso contigo. Punto.

Un último detalle práctico: con meltemi la superficie se riza y las microfibras de toallas baratas vuelan. Lleva toalla de secado rápido de buena calidad, reduce microplásticos y no deja pelusa. Mi recomendación: al irte, dedica un minuto a levantar tres piezas de basura. Es poco para ti, enorme para una cala tan concentrada.

Playa de Anthony Quinn recompensa a quien llega temprano, viaja ligero y respeta la cala. No es para multitudes ni para quien busca arena infinita. Agua clara, roca firme, snorkel fino y logística precisa. Planifica el acceso, controla el viento, gasta con cabeza y deja la bahía mejor de como la encontraste. Así de directo.

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Bruno Costa

Bruno Costa es un viajero incansable y apasionado del surf. Ha recorrido playas de España, Portugal y Latinoamérica buscando la ola perfecta. En PlayasMundo comparte consejos, historias y destinos para que cada viaje al mar sea una experiencia inolvidable.

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