Playa Las Gatas (Zihuatanejo): la curva de arrecife que convierte la bahía en piscina natural

Playa Las Gatas funciona cuando buscas agua tranquila, snorkel sencillo y un día sin estrés. Aquí te dejo accesos reales, tiempos, costos habituales, dónde comer bien y cómo cuidar el arrecife para que la experiencia valga la pena.

Por referencias de locales de Zihuatanejo, Playa Las Gatas brilla cuando la tomas con calma y llegas temprano. Es una bahía protegida por un arrecife que doma el oleaje, ideal para nadar y hacer snorkel sin complicaciones. En mi experiencia, lo que marca la diferencia es planear el acceso, elegir bien dónde sentarte y respetar el mar. Aquí va lo que sirve, sin vueltas.

Cómo llegar a Playa Las Gatas sin complicaciones

La forma más sencilla es en lancha desde el muelle municipal de Zihuatanejo. Salen con frecuencia y el trayecto es corto, con olor a sal y motor recién encendido. Lleva efectivo para los boletos y, si puedes, sal temprano para evitar fila y el viento térmico que suele levantarse a mediodía. Un lanchero me dijo una vez: “si vas a disfrutar con calma, entra antes de las 10”. Tiene sentido.

Acceso Playa Las Gatas sin coche

  • Desde el centro, camina al muelle y toma lancha colectiva. Hay regresos constantes hasta última hora de la tarde; pregunta el último horario al embarcar.
  • En transporte público, las combis te dejan cerca del muelle; el resto es a pie. En mis recorridos por la costa del Pacífico he visto que funciona mejor llevar cambio chico para no perder tiempo.

Dónde aparcar en Playa Las Gatas

  • No hay estacionamiento en la playa. Deja el coche en el centro de Zihuatanejo, cerca del muelle, en calle o aparcamiento privado. En temporada alta se llena rápido y suben tarifas.
  • Mi recomendación: busca lotes vigilados a dos o tres cuadras del muelle y no dejes objetos a la vista. Menos vueltas, menos estrés.

Horarios y rutas de las lanchas a Playa Las Gatas

  • Mejor ventana: 8:00–11:00 por mar más plano y menos tráfico. Por referencias de locales, ese tramo es cuando el embarque es más ágil.
  • Últimos regresos antes del atardecer. No confíes en salir de noche; si el tiempo cambia, pueden cerrar antes. Guarda el recibo.

Alternativa: sendero costero desde Playa La Ropa. Son 20–30 minutos con tramos rocosos; usa calzado con suela y evita hacerlo de noche. Un día descubrí que el tramo final puede estar húmedo y resbaloso después de mareas altas, así que tómalo con calma.

También es viable llegar en kayak o paddle dentro de la bahía si el viento está suave. En playas similares he visto que conviene bordear cerca de la costa y llevar chaleco; hay tráfico de lanchas y el arrecife asoma en marea baja.

Accesibilidad: el abordaje de lanchas puede ser complejo con movilidad reducida. Algunos restaurantes tienen rampas básicas, pero el terreno es irregular. Pregunta en el muelle por apoyo para subir y bajar con seguridad; suelen ayudar sin drama. Y un detalle que agradecen los de mar: no pises el arrecife, lleva tu basura de regreso y respeta las zonas de embarque. Así todos disfrutamos esta ensenada tranquila, punto.

Mejor época Playa Las Gatas

Para agua clara y menos oleaje, la temporada seca de noviembre a abril suele rendir mejor. Entre semana y temprano la visibilidad mejora y hay menos tráfico de lanchas.

Condiciones por temporada

  • Seca: calor moderado, poca lluvia, agua más transparente.
  • Lluvias (junio–octubre): verdor total, menos gente, posible disminución de visibilidad y chubascos breves por la tarde.
  • Viento: el térmico de mediodía puede rizar la superficie; para snorkel, entra antes de las 11:00.

Por referencias de locales de Zihuatanejo, a finales de año la bahía amanece como espejo y el agua ronda 26–28 °C. Entre febrero y marzo a veces entra surgencia: baja un par de grados, la visibilidad sigue siendo buena pero el tono puede ponerse más verdoso. En aguas cálidas de agosto a octubre (29–30 °C) el nado es delicioso, aunque una lluvia fuerte enturbia la orilla; deja pasar 24–72 horas para que aclare.

He visto en playas similares que el primer sol cambia todo: a las 8:30 la luz entra en ángulo y los colores del arrecife se encienden, luego el viento de mar riza la superficie. ¿Quieres snorkel con calma? Llega temprano, elige un restaurante base y entra por las boyas, lejos del canal de lanchas. Un capitán me dijo: “siempre mira hacia el muelle antes de cruzar, las lanchas no frenan con el viento”. Lleva máscara bien ajustada, aletas cortas para no levantar sedimento y protector solar biodegradable; el arrecife es frágil.

La marea también manda: con marea alta hay más holgura sobre rocas y erizos; con baja asoman espinas y el agua se siente más movida en los pasos estrechos del arrecife. Calzado acuático ayuda si planeas explorar cerca de las piedras. En vacaciones decembrinas y Semana Santa la playa se llena, sube el ruido y la visibilidad se resiente por el “pisoteo” en la orilla; entre semana todo fluye mejor.

Este rincón es una piscina natural, no un spot de olas. Si buscas surf real, mira puntos abiertos de la costa cercana. Aquí la recompensa es otra: peces entre destellos, olor a sal mezclado con carbón de los comedores desde media mañana, y un mar que, cuando se alinea clima y hora, queda cristalino, punto.

Presupuesto real para Playa Las Gatas

En costas del Pacífico mexicano he comprobado que los gastos se disparan cuando uno no pregunta. Por referencias de locales de Zihuatanejo, en Las Gatas los números se mueven así y conviene ir con efectivo y calma. Un restaurantero me dijo una vez: “lo que te ahorra líos es acordar todo desde el principio”. Tiene razón.

  • Traslado: la lancha colectiva es económica por persona. Ten cambio. Suele rondar entre 100 y 150 MXN ida y vuelta por cabeza, sale del muelle y opera todo el día. Si llevas hielera grande o equipo extra, consulta si cobran suplemento.
  • Sombrillas y camastros: muchas veces se incluyen con consumo mínimo. Pregunta antes de sentarte. El consumo suele ser de 200–300 MXN por persona, variable según el local y la ubicación. Si prefieres solo reposera sin consumo, negocia un precio fijo.
  • Comida: pescado y mariscos dominan. Revisa el precio por kilo y el peso de la pieza. El kilo de pescado entero puede ir de 350 a 600 MXN según especie y temporada; pide que te muestren la báscula y anoten el total. Cervezas 35–60 MXN, cocos 40–70, cocteles sencillos 90–150 MXN.
  • Snorkel y kayak: renta disponible; si llevas tu equipo, ahorras. Set básico de snorkel 100–200 MXN por hora y kayak 200–350 MXN/h, según si es sencillo o doble. Pregunta por descuentos por varias horas.

Una nota práctica: algunos lugares aplican comisión por pagar con tarjeta (3–5%) o tienen terminal intermitente; en playas similares he visto que el efectivo evita ese sobrecargo. Si mal no recuerdo, varios locales ofrecen baños y regaderas solo para clientes con consumo, y si no, cobran una tarifa por uso.

Entre aromas de carbón y ajo a la plancha uno se entusiasma fácil; a mí me ha pasado en ensenadas protegidas como esta. Justo ahí es donde se escapan los pesos: panes de ajo, salsas “premium”, música “en vivo” con cover… corta por lo sano y confirma cada extra.

Consejos para no gastar de más

  • Pide menú con precios visibles. Si el pescado es por kilo, que te coticen el total de la pieza antes de cocinarla.
  • Confirma si el consumo cubre baño y regadera. Evitas sorpresas al final del día.
  • Evita extras innecesarios y acordar todo por escrito si pides pescado por kilo. Aplica también a hielos, vasos, servicio “de playa” y comisión por tarjeta.

Mi recomendación: llega temprano, elige mesa con sombra natural, pregunta qué pescado llegó fresco y negocia sin prisa. Con el presupuesto bajo control, el siguiente paso es elegir bien dónde comer y qué pedir frente al mar.

Dónde comer cerca de Playa Las Gatas

Los restaurantes frente al mar trabajan pescado del día, ceviches y mariscos a la plancha. En mi experiencia, lo mejor sale cuando preguntas qué llegó fresco y cómo lo preparan a las brasas.

Por referencias de locales de Zihuatanejo, las palapas que mantienen la parrilla encendida todo el día suelen servir el pescado del día sin complicarse: ajo, mantequilla, limón y carbón bien vivo. Fíjate en el humo, huele el ajo, mira la mesa de limpieza: si ves pargo, huachinango o sierra recién fileteados, estás en el sitio correcto. La brasa aquí no es decoración, es la base del sabor.

Platos que valen la pena

  • Pescado a la parrilla con ajo o mantequilla y limón.
  • Ceviche de pescado o camarón bien curado.
  • Tostadas de atún o cocteles sencillos para el calor.

Higiene: prefiere hielo de bolsa, botellas selladas y manos limpias del personal. Si eres sensible, evita crudos en días muy calurosos.

Si te cruzan una charola con tiritas de pescado estilo Zihuatanejo, dale. Va con limón, chile y cebolla morada, fresco y directo, ideal cuando el sol pega. Un día descubrí que el pulpo a las brasas queda suave si lo terminan en plancha con mantequilla y un toque de orégano; perfecto para compartir mientras el pescado grande se hace con calma.

“Pide la sierra temprano, llega firme y luce mejor al carbón”, me dijo un pescador mientras remendaba redes en el muelle.

Otra señal que nunca me falla: salsas hechas en molcajete y tortillas calientes que llegan envueltas. Cuando eso aparece, el resto acompaña. Para beber, el coco frío es imbatible; si buscas algo con gas, limonada mineral. En días de calor fuerte, mantén el ritmo con agua; el cuerpo lo agradece.

“Si te gusta el picante, prueba las tiritas con chile cuaresmeño, pero poquito primero”, me recomendó la señora del chiringuito entre risas.

Detalles prácticos que ayudan: la cocina a carbón toma su tiempo, pide un par de entradas frías mientras va la parrilla. Elige mesa con buena sombra y cierta distancia del humo si el viento gira. Y un último apunte de calidad: pide ver la pieza antes de que la metan al asador; así confirmas frescura y tamaño sin enredos. El resultado, cuando todo se alinea, huele a ajo, sal marina y brasa, y sabe a costa del Pacífico pura, punto.

Servicios en Playa Las Gatas

La primera imagen al bajar por la ensenada es clara: una línea de palapas pegadas al agua, olor a sal y a carbón encendido, y camastros esperando sombra. En costas del Pacífico mexicano he comprobado que estas playas funcionan con lógica simple: ocupas la palapa, consumes, y te olvidas del reloj. Aquí es así. Pregunta el mínimo de consumo antes de sentarte y elige bien la ubicación si luego vas a salir a snorkelear cerca del arrecife.

  • Sombras y camastros: palapas a lo largo de la orilla, generalmente con consumo.
  • Baños y regaderas: básicos, vinculados al restaurante.
  • Renta de equipo: snorkel, chalecos, kayak y paddle.
  • Conectividad: cobertura móvil aceptable; wifi irregular.
  • Efectivo: cajeros en el centro, no en la playa.
  • Salvavidas: presencia variable; mantén criterio propio.

Los baños y regaderas son funcionales, sin lujos. Suelen estar “ligados” a donde consumes y, si mal no recuerdo, alguna vez pedían una ficha o llave. Lleva monedas, papel y una toalla ligera; el agua dulce se agradece después de la sal, pero no esperes presión perfecta.

Sobre la renta de equipo, la oferta es constante. Un consejo que no falla: prueba el sello de la máscara antes de pagar, pide que te den antifog y revisa que el snorkel no tenga mordedera rota. En kayaks y tablas, confirma que incluyan chaleco y pregunta por el límite de boyas; las lanchas pasan fuera, tú quédate adentro. Las tarifas cambian por temporada, así que pregunta sin pena y acuerda tiempo y precio por adelantado.

Conectividad justa: el celular agarra señal en la mayor parte de la playa, el wifi de los restaurantes aparece y desaparece como las nubes. Si necesitas trabajar, no confíes en eso. La señora del restaurante me dijo una vez: “cuando hay mucha gente, el wifi se nos cansa”, y tenía razón.

Efectivo manda. Algunos lugares pasan tarjeta, pero la terminal depende de la señal. Mejor lleva billetes chicos y evita sorpresas; los cajeros están del lado del centro de Zihuatanejo.

Sobre seguridad acuática, la bahía es calma y la curva de arrecife protege, pero la presencia de salvavidas puede variar. Usa criterio, vigila a los peques y lleva un botiquín básico.

No hay lockers formales. Simplifica: lleva lo justo, protege electrónicos y mantén a la vista tus cosas. Un lanchero me resumió la jugada: “lo que no necesitas en el agua, mejor ni lo saques de casa”, y funciona.

Actividades en Playa Las Gatas

  • Snorkel: a primera hora el agua suele estar lisa, casi sin oleaje por la barrera de roca. Entra por los accesos más claros y avanza pegado al arrecife, respirando tranquilo. Si no nadas con soltura, usa chaleco o boya de señalización; los capitanes de lancha de la bahía piden que se mantenga dentro de la línea de boyas. Pregunta a los lancheros por la visibilidad del día: tras lluvias o viento, baja.
  • Kayak y paddle: recorre la orilla como si dibujaras la curva de la ensenada. Nada de cruzarte hacia el canal de lanchas. Madrugar paga: menos viento y menos estela. Lleva leash en el paddle y un sombrero amarrado; al regresar a media mañana ya suele soplar el termal.
  • Caminata: desde el extremo este sale el tramo costero hacia los miradores y el faro. Son 20–30 minutos entre piedra y matorral, con sombra escasa. Tenis o sandalias cerradas, agua y gorra. La vista de la bahía desde arriba, con las lanchas como puntos blancos, vale cada gota de sudor.

Un pescador de la bahía me explicó una vez: “si te pegas a la roca, el mar te deja ver su cara buena”. Tenía razón. Entre el sonido grave de los motores lejanos y el chasquido de las olas contra el arrecife, aparecen cardúmenes que te rodean por segundos. Huele a sal y a brasas de pescado al regresar a la orilla. Punto.

Qué ver en Playa Las Gatas

  • Peces tropicales sobre fondos rocosos y parches de coral: mariposa, cirujanos, damiselas y, con suerte, algún globo juvenil. En rincones más hondos se asoma un pez ángel. Según locales, en días muy claros se alcanza a ubicar una escultura sumergida mar adentro.
  • Colores vivos con sol alto y poca suspensión en el agua. Si ves el fondo nítido desde la orilla, ese es tu momento. Tras fines de semana muy movidos, la arena en suspensión resta visibilidad.

Regla de oro: no pises ni toques el arrecife. Es frágil y hay erizos. Usa camiseta de licra y bloqueador biodegradable; tu piel y el mar lo agradecen.

Detalle práctico que muchos pasan por alto: coordina los tiempos. Snorkel al amanecer, paseo en kayak antes de que entre el viento, y la caminata cuando el sol baje. Si te quedas después, premia el cuerpo con unas tiritas de pescado y un coco frío. Por referencias de locales de Zihuatanejo, no hay pierde con esa combinación, aunque cada playa tiene su personalidad y aquí la calma manda… mientras la cuidemos entre todos.

Playa Las Gatas con familia

En costas del Pacífico mexicano, he comprobado que las ensenadas protegidas por arrecife son aliadas cuando viajas con peques: el oleaje queda filtrado y la bahía se siente como alberca natural. En Las Gatas, la brisa trae olor a carbón y pescado que chisporrotea; suena el murmullo de las lanchas llegando al muelle y las gaviotas se hacen notar. Punto: si organizas bien el día, se disfruta sin enredos.

  • Agua mansa en la orilla: la franja pegada a la playa suele estar muy tranquila. Los chalecos y flotadores quitan tensión a los padres y alargan el rato de juego sin sustos, sobre todo después del mediodía cuando hay más movimiento de embarcaciones.
  • Sombra consistente: bajo palapa el descanso rinde más. Pide mesa con techo completo y arma pausas de hidratación cada hora. La señora del restaurante me dijo: “si traes niños, alterna 30 minutos de agua y 15 a la sombra, esto funciona”. Pregunta si hay consumo mínimo antes de sentarte.
  • Entrada rocosa por tramos: hay sectores con piedritas y placas. Sandalias de agua evitan tropezones y caras largas; también sirven para ir al baño o caminar hasta otra mesa sin quemarte con la arena caliente.

Un detalle práctico: lleva efectivo chico; algunas cuentas suben por la vista y las tarjetas suelen tener comisión. Si vas con carriola, la mejor jugada es pedir ayuda a los meseros para acomodarla bajo la palapa; suelen ser atentos. Para siestas, una toalla gruesa sobre el camastro y listo. Y si los niños se encaprichan con los vendedores, marca tu presupuesto desde el inicio y no hay drama.

Playa Las Gatas solo

Un lanchero del muelle me explicó que el primer bote trae la hora más limpia del día. Si vas por tu cuenta, ese arranque temprano te regala playa despejada y menos ruido. No necesitas cargar media casa: mochila ligera, botella reutilizable, toalla compacta y una bolsa seca para móvil y llaves.

  • Llega en el primer bote para aprovechar una franja tranquila cerca del arrecife antes de que se llene; después cambia el ambiente y sube el tránsito de lanchas.
  • Viaja ligero y elige una mesa desde la que veas tus cosas. Si te mueves unos minutos, pide al mesero que te eche un ojo a la mochila; funcionan como aliados.
  • Si buscas silencio, esquiva fines de semana y feriados. Entre semana, el extremo más alejado del muelle suele tener menos altavoces y vendedores.

Pequeño contra: a veces los tiempos de cocina se alargan cuando se llena. Solución simple: pide algo fresco que sale rápido, como ceviche o aguachile, y disfruta el sonido parejo del agua contra el arrecife mientras llega el resto.

Seguridad y cuidado del entorno

En costas del Pacífico mexicano, he comprobado que las ensenadas protegidas invitan a confiarse. Playa Las Gatas huele a sal y pescado a la plancha, suena a risas y a lanchas llegando. Justo por eso conviene ir con criterio: es una bahía mansa, sí, pero el arrecife y el tráfico de embarcaciones piden respeto. Por referencias de locales de Zihuatanejo, estos son los básicos que realmente funcionan:

  • Sol: sombrero, manga larga ligera y reaplica protector (reef safe de preferencia).
  • Pies: hay rocas y erizos; no camines sobre el arrecife.
  • Agua: corrientes suaves, pero respeta boyas y zona de lanchas.
  • Clima: si ves agua turbia o viento fuerte, reduce tiempo en el mar.
  • Residuos: vuelve con tu basura, evita plásticos de un solo uso.

Un pescador me explicó algo sencillo: “si el agua está clara y tranquila, disfrútala sin prisa; si se enturbia, sal, toma aire y espera”. Ese cambio de color y pequeñas olas cruzadas indican suspensión de arena y menor visibilidad. Con snorkel, mantén un margen de al menos dos metros del arrecife, no toques ni te apoyes; cada colonia viva tarda años en formarse y se rompe en segundos. Controla las aletas: pataleo corto y suave, brazos pegados al cuerpo para no golpear corales ni levantar sedimento.

Sobre el tráfico náutico: nada siempre dentro de las boyas. Si necesitas cruzar un canal de lanchas, haz contacto visual, levanta el brazo y espera a que te cedan paso. Llevar un silbato pequeño en el chaleco ayuda más de lo que parece. Evita inflables llamativos en las cercanías del embarcadero; distraen y ocupan espacio en zonas de maniobra.

Tema bloqueador: mejor mineral (óxido de zinc o dióxido de titanio), aplicado 20 minutos antes de entrar al agua. Los aerosoles dejan película sobre la superficie; en playas similares he visto que terminan en el arrecife. Y nada de alimentar peces con pan para la foto: altera su comportamiento. Si un operador lo ofrece, di que no y busca uno que fondee en boyas de amarre, no con ancla sobre el fondo.

Pequeño gesto en tierra: pide jarra de agua en el restaurante y rellena tu botella; usa cenicero portátil si fumas. La señora del chiringuito me dijo: “las colillas y los popotes son los que más sacamos de la arena”.

Respeto básico y cabeza fría. La bahía se disfruta más cuando la cuidamos entre todos.

Playa Las Gatas recompensa a quien madruga, viaja ligero y respeta el arrecife. No es playa de olas ni de ruido constante; es para nadar con agua clara, comer pescado fresco y regresar sin estrés. Lleva efectivo, protege el coral y evita fines de semana si buscas calma. Así de simple. Esto es lo que funciona, sin más vueltas.

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Bruno Costa

Bruno Costa es un viajero incansable y apasionado del surf. Ha recorrido playas de España, Portugal y Latinoamérica buscando la ola perfecta. En PlayasMundo comparte consejos, historias y destinos para que cada viaje al mar sea una experiencia inolvidable.

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